De los súper profesores... La Felicidad y la Educación. ¿A la escuela se va a qué?

LA FELICIDAD Y LA EDUCACIÓN

Hablemos de los "SÚPER PROFESORES"

Navegando por la red no siempre damos con aquello que buscamos. Así, ayer di casualmente con un link que incluía una frase que me sorprendió: "A la escuela se va a aprender no a buscar la felicidad". Accedí rápidamente a una entrevista publicada en el diario el mundo en marzo del 2016. El entrevistado, Alberto Royo, es un profesos de instituto que ha publicado un libro con el título "Contra la nueva Educación".

En esa, para mí, surrealista entrevista, se pueden extraer frases como: "...sólo un sistema educativo riguroso y que exija esfuerzo garantiza la movilidad social." / "La escuela tiene que dar formación, no es un lugar donde enseñen la búsqueda de la felicidad." / "...se llega a la creatividad y a la innovación después de conocer su historia y los fundamentos." / "Soy partidario de un sistema de selección muy duro (habla de la elección de maestros y profesores). Incluso me plantearía una prueba de cultura general inicial." / "...los niños tienen que llegar motivados de casa." /"La autoridad del profesor no es para imponer, es la que se deriva del respeto intelectual hacia quien sabe. Por eso, la relación entre el alumno y el profesor nunca puede ser horizontal porque el primero aprende y el segundo sabe." / "Lo fundamental es que hubiera una concienciación social en el sentido de reconocer que el profesor es el profesional de la enseñanza y que se le debe un respeto intelectual." / "Yo he recibido consejos de padres de alumnos y es como si un paciente aconseja al médico. Se dan situaciones surrealistas. En cuestiones profesionales, los padres no tienen mucho que decir." / "El alumno que no es capaz o no quiere esforzarse no va a progresar" / "Si en tercero de la ESO tienes a un maleducado, la culpa no es del profesor"

Pues MUY BIEN, Don Alberto... Debe ser usted un Súperman de las aulas, ¡un SÚPER PROFESOR!

Pero, desde la modestia de quien no se cree por encima de nadie y entendiendo que muy seguramente debo estar muy lejos de su magnífico equipaje intelectual, me va a permitir hacer algunas observaciones a sus opiniones o sentencias, pues, ¿sabe?

En cualquier fábrica donde se diera un porcentaje alto de producción fallida o defectuosa, ¿despedirían inmediatamente al responsable del departamento. o culparían a los materiales (alumnos) y a los proveedores (familias)? En las escuelas o institutos podemos "producir" índices altos de fracaso escolar y seguimos mirando para fuera.

Muy seguramente fueron profesores como usted quienes decidieron que Einstein y Edison eran alumnos incapaces... Le copio una cita del primero: "La educación es lo que queda una vez que olvidamos todo lo que se aprendió en la escuela", y no puedo dejar de ilustrar la respuesta que hubiera dado a su libro quien fue uno de los más grandes genios de la historia.

Usted habla de una selección del profesorado muy estricta en base a sus conocimientos culturales. Hoy en día tenemos un país, Finlandia, que destaca en los resultados académicos por encima de los demás. Allí valoran, claro, los conocimientos de los aspirantes a estudiar para ejercer el magisterio, pero, ¿sabe usted aquello que acaba primando la selección? "En la entrevista personal prima que el aspirante posea capacidad de comunicación, habilidades sociales y empatía. Si el candidato no supera alguna de estas pruebas, no puede estudiar Educación." (La vanguardia...) Sin comentarios.

Cuando mis hijos estudiaban en más de una ocasión me hablaban de circunstancias que habían vivido en la escuela o el instituto que para ellos implicaba un abuso de poder desmesurado. Yo siempre usaba comparaciones con mis vivencias en el servicio militar para explicarles cual debía ser su actitud: el suboficial u oficial (...o el tutor) tiene el poder y lo sabe y si intentas luchar contra eso lo vas a pagar. En tercero de primaria toda la clase de mi hijo mayor se manifestó en el patio pidiendo que echaran a su tutor. ¿Cual fue la respuesta de la Dirección? Castigaron a todo el grupo...

Se habla mucho de la evaluación de los alumnos. Pero, ¿quién evalúa a los profesores? ¿quién debería evaluarlos? Parece claro que en cualquier proceso productivo quien acaba decidiendo el éxito de un producto es el consumidor. ¿Y entonces? ¿No deberían tener los alumnos y sus familias el poder de evaluar y determinar que profesores somos aptos o no para educar? ¿Y afirma usted que "los padres no tienen mucho que decir"? ¿Nos confían a sus hijos y deben estar callados? 

Demasiados maestros y profesores creen que la autoridad les tiene que venir dada por su título de graduado o licenciado. Pues no, si consideras que el "saber" te otorga el poder de colocarte por encima de los demás acabas siendo un poderoso tonto. En Educación el respeto de los alumnos y de sus familias hay que ganárselo y eso se hace desde la proximidad, desde el cariño, desde la sensibilidad y, claro, desde los resultados. La pregunta, entonces, debe ser: ¿qué resultados? Dos, y muy claros: los niños progresan positivamente en los aprendizajes y los niños asisten contentos a la escuela, sintiéndose acogidos y valorados y disfrutando de los distintos procesos que allí se dan. Y no, amigo Alberto, educar en la felicidad no implica liquidar el orden y la disciplina, no requiere anular cualquier esfuerzo. Pues aquellos que lo conseguimos sabemos muy bien que un alumno feliz y motivado no sólo se porta mejor sino que también multiplica sus capacidades de atención y esfuerzo por mil.

Hace muchos años un profesor de instituto vino a decirme que un hijo mio no era capaz de esforzarse. Le respondí que si quería valorar esa capacidad en mi hijo fuera a verlo jugar en un partido de basket. Luego, viendo su expresión de incredulidad, añadí: acérquese a mi hijo, gánese su cariño y su respeto y consiga que entienda cuan interesantes e importantes son los conocimientos que con usted puede compartir. Hágalo y comprobará seguro cuanto puede llegar a esforzarse mi hijo. 

¿Sabe? Los niños sí vienen a la escuela a buscar la felicidad. Uno de los regalos más bellos que me han hecho como maestro fue una frase escrita en un cojín al lado de la foto de mis alumnos. Decía así: " Miquel, gracias por conseguir que nuestros hijos vayan a la escuela con una sonrisa".

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